Tú mi parronal enredador, amigo de nuestras
manías y abrojos, nos asombrabas en tardes
de té, cuando te degustábamos divino,
sabor a vid, con resabio de nuestras bocas,
fuiste brío, genuino, los dos reíamos con
algarabía, tú quitabas nuestros antojos.
Tu sombra verde, enlazado con gentileza,
nos acogía, cuando en ocultación de pasión,
hacíamos el amor, fuiste testigo de tardes
de efusión y de nuestra sed de fervor,
cuando nuestras ansias atrevidas
eran generadas con astucia.
Hoy he venido a ti, después de años de ausencia,
mas yo sigo escrutando tu retablo bello parrón,
todavía queda esa mesilla, la ahora vacía,
veo una banca desvencijada, y una maceta
guardando hojas secas.
¡Mi beso llega a tu infecundo oído!,
mi voz se pierde ya no hablo,
mis ojos gimen, se observan
inertes, negándose a dar la vuelta.
No te digo adiós para siempre,
parronal aliado de mi juventud,
fuiste siervo fiel de esos días junto
a mi bienquerido ser ansiado,
mejor me quedo aquí para beber
tu benjuí, te prefiero aliado,
para acallar mi dolor,
desde hoy alzaré con tesón,
mi real y buena actitud.
Del libro" Melodías y nostalgias" de
Ariam Diesel
No hay comentarios:
Publicar un comentario