viernes, 7 de junio de 2019

LOS PLIEGUES DE TU FALDA


Los pliegues de tu falda son de hojas
vencidas por otoños sin aliento.
Tu sexo, caracola de un tormento.
Tus nalgas, lágrimas de amor –congojas-.

Y si, entre transparencias, te despojas
de tu ropa; un exótico ungüento
me embriaga con la flor del sentimiento,
¡caigo en un beso de dos lenguas flojas!

Llegas, al fuego del otoño, herida
por un rayo de sol -vestal de ojos
lamidos por el sueño de la vida-,

y ya no hay sombras en la luna llena:
¡sólo dos marionetas de hilos flojos
en este amor ganado por la pena!

Los pliegues de tu falda, en primavera,
tienen la gracia de tu cuerpo; el vuelo,
la magia de esos pájaros del pelo
y el compás del vaivén de tu cadera.

Pero no tienen las alas de madera
-esa entrega, esa espalda contra el suelo-
de las hojas del árbol que, con celo,
dan su vida un otoño cualquïera.

Sobre tus piernas -lágrimas sedosas-
tienen tablas y tienen hermosura;
mas no las alas de estas mariposas

-ni el candor, ni el aroma de las rosas-:
jamás ese sabor, esa dulzura
¡del alma que, al morir, se transfigura!

Antonio Ramos -España-

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