Ya se calmó ante tanta osadía,
- una vez que su ego exalto-,
proclamada la tregua,
vino la soledad del humano,
recapitulando la poca elocuencia
del viento, y se fue acercando
a relegarse la discordia,
para la sumersión sobre el echo
sacar a flote antes que se ahoguen.
JOSÉ DEL CASTILLO DOMÍNGUEZ -ESPAÑA-
Publicado en la revista Trinando 14
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