Serena y vibrante la arrulló en su seno,
y la amó y resguardó cual fiel nana agreste,
vivió su calor, su sonrisa y su cielo,
balbuceos de la princesa celeste.
Cuna de maderas finas adulantes,
cual recinto dorado de una princesa,
y la oda buena de blondas ondulantes,
risueña vio crecer a principesa.
La cuna presiente sus grandes amores,
cual madre adivina los gestos de su hija,
y sufre la nana cruentos sus dolores,
suspiro de vida que salud cobija.
Hortencia Aguilar Herrera -México-
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