Cada uno hace de su duelo
una poción de savia
o de cicuta
y la bebe a sorbos con los ojos
calladamente,
la empuja
la mastica
y hasta la devora con una sonrisa.
Cada uno entona su canción triste
algunos
con cuerdas de guitarra
otros
con retumbe de cuchillos mientras la sangre cae
gota a gota en melódica cascada.
Lo cierto es que cada uno hace su duelo
con dientes gastados
y cuando se mira al espejo
es capaz de llorar
irónico,
a lágrima seca.
Del libro "A lágrima seca" de
Lidia Vinciguerra -Argentina-
Publicado en el blog elescribidor
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