miércoles, 6 de septiembre de 2017

BUCHENWALD


El luminoso rostro de Gautama, impasible bajo la Higuera,
Mientras los cuerpos se amontonan en la lluvia.

La silenciosa voz de Cristo cuando, al fin, entregó su alma,
Mientras los cuerpos se curten al sol.

La inconmovible certeza de Ulises de que, un día, regresaría a Ítaca,
Mientras los cuerpos se retuercen en el fuego.

El coraje inexplicable de los estoicos, que aceptan, serenos, el destino,
Mientras los cuerpos se diluyen en el viento.

La lógica absoluta de Hegel, cuando descifra el absurdo de la Historia,
Mientras los cuerpos se convierten en signos.

La arrugada cabeza de Goethe, al recrear eternamente su Fausto,
Mientras los cuerpos manchan las mentes.

La iluminada dicha de Schiller, al levitar sobre las notas de Beethoven,
Mientras los cuerpos todo lo envenenan.

La lucidez iconoclasta de Nietzsche, cuando reabre el vientre fértil de las heridas,
Mientras los cuerpos son ya testigos para siempre.

Mientras los cuerpos pesan como plomo,
Mientras los cuerpos nos callan a todos.
Mientras los cuerpos nos convierten en humanos.
(A cada cual el fardo que merece.)

Hoy el bosque ya no es tan plomizo.
Incluso brilla la hierba, salpicada de flores,
Mientras el mito en la lección insiste:
Siempre los monstruos fueron vencidos por los dioses.

CLÁUDIO GUIMARÂES DOS SANTOS -Brasil-
Publicado en Luz Cultural

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