jueves, 14 de septiembre de 2017

AJEDREZ


En jaque mate comienza la partida.
Y en todo disminuye por el tablero
su enigma interrogado. Y a su contacto bicolor
no me sustraigo, que su contacto fija la mano
a otro descanso si el adversario no me coincide
y va a otro extremo en el tambor batido
por la seca colmena de mi oído.
Y en vano el eco es florecido en otro centro
pues la palabra contraria del ajeno va resultando odiosa
donde habitar los giros del tablón expresivo
que se atrapa y concilia por las esquinas
respiradas del aire sujeto a los cuerpos
y cubierto de palabras hasta el techo
y hambriento casi por el suelo y las hormigas
y las dispersas sombras que se suceden invariables
por objetos cerrados como el cerrado olvido
de cuanto falta para tener el despido que agita.
Por entre horas no rehúso por el juego la sorpresa
volver a mí que expulso de la partida sin ocasiones
(que no concluye) la solución que se da como triunfo.
Están con otra luz las piezas para un barniz de polvo.
Marcadas sin huellas no responden al desastre asumido.
Y para luego su verde tierno de los frutos tiernos
con su deleite comedor que posesiona lo agresivo
de los cuerpos en tales ramas, y en los intentos perdidos
a cada paso de la jugada entregada y posible
si yo la arriesgo al dictado que me impulsa
colgado en el revés seguro y su madera.
Descuelga por gotas el alero su denuncia en las mejillas
acariciadas al llover para abrigar rendiciones y desearlas
mintiendo el apetito de mantener lo vivo porque crece.
Que la partida acabe es mi pregunta. En un peón está
y avanza de nacer finales.

José Ramón Sánchez -Cuba-
Publicado en el libro La Estrella de Cuba
Publicado en Editorial Alebrijes

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