Te busco y de ti huyes...
pero dentro mío
creo que te encuentro.
Tal vez seas
una parte de mí.
Te escondes distraído
detrás de los sentidos
y te quedas disfrazado
donde no te puedan ver.
Tu coraza es de hidalgo,
más yo puedo claramente
desde la fría hojalata,
tu suavidad entrever...
No es debilidad,
quizás sea fortaleza;
mostrar sólo la careta
que la vida te obligó a tener.
Quieres hallar ternura
y la realidad te lastima;
quieres sólo una caricia
y ella te clava otra vez...
Te ocultas entre mis deseos
y claramente te veo,
estremecido en el tiempo
y la nube de tu ayer.
Yendo detrás de tu sueño
te maquillas, te acicalas,
te acomodas y te escapas,
buscándome sin querer...
Mas aún sigo creyendo,
que así no podré hallarte,
si te escondes de mis pupilas
para que no te encuentre tal vez...
Quizás frente a tu temor
pueda algún día guiarte
y también pueda perderte
cuando crea hallarte en pie.
Niño pequeño perdido,
duro hombre de otro siglo,
tienes demasiado miedo
porque mucho te han herido...
Ante un gesto insinuante,
marchas como fugitivo
y tanteando tu camino a golpes,
te apartas así del peligro...
No puedo saber en verdad
cuando hace que te escribo,
pero sé con mucha certeza
que desde siempre te busco...
Como hombre tú escondes
ese alma de niño
porque debes seguir andando,
vistiendo tu piel de adulto...
Tímido niño perdido...
nada deberás temer;
como tu madre etérea,
siempre por ti estaré...
Como creadora del ser,
que jamás en vida fui,
pido que nunca te olvides
de amar en tu pequeñez...
Estaré para asistirte,
podré verte renacer,
sin tu dolor y tus lágrimas
volverás de nuevo a creer...
Asi será con mis brazos
que también fueron heridos,
cuando junte fuerza
desde mis cenizas
y pueda arroparte con tu niñez...
Diosma Patricia Davis -Argentina-
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