Algunos corazones son tesoros
que nunca llegan a terminar.
Sus propietarios los esparcen generosamente
en las corrientes de sol.
Con gratitud tomamos el regalo
en la mano con cautela.
¡Un saludo de felicidad, al bendito,
que maneja el oro como la arena!
Algunos corazones son los fuegos
que se queman en lo hondo del arce.
En la noche más fría lanzan allí
un reflejo sobre la nieve.
Así encantado por lo mismo
marcha en constante añoranza
como el que ve el brillo una noche
y acercándose al fuego anhela.
Del libro País oculto de Karin Boye -Suecia- Traducción Hebert Abimorad
Publicado en Periódico de poesía 99
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