Puede que hayamos sido pasajeros
de la historia fugaz de dos miradas.
Vivía yo en la piel de la costumbre
transitando el principio de la inercia.
Pasabas tú a merced del destino
abandonado por el ángel de la suerte.
Coger en marcha el tren de dos miradas
nos pareció arriesgado
y se nos fue aquella primavera
como se va la vida en un suspiro.
No volvimos a vernos,
y me quedó el relente de una puerta entreabierta
y un rostro que de lejos se va volviendo ajeno.
De ti no quise nada, solo el amor que un día
llegó a rozarnos los hombros
en la profunda hora de la noche infinita.
Duerme, pues, tranquilo
en tu sueño de barro encadenado,
y si de mi alguna cosa deseaste
a medio palmo de tu cuerpo vivo,
pero a cien años luz de este planeta.
ENCARNA LARA -Cuevas del San Marcos (Málaga)-
Publicado en Luz Cultural
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