sábado, 26 de agosto de 2017

NOSOTROS LOS DEL 62


Llueve
siempre ha llovido sobre el piso
lugar por el que pasaron los fusilados
como una metáfora alucinante

Solos
y quietos mientras cae el agua en la nación
y sin frutas
o deseos de asirnos por los parques y fallecer, nosotros, los del 62, asistimos a la caída de las estatuas, a ciento ochenta grados de fervor. Se han acumulado las músicas que nuestros hermanos mayores escuchaban luego de las tapias y el vecino de los altos mira con cierta ironía las fotos a la sombra de los abedules. Ahora son otras las canciones tiradas al silencio como una ropa empolvada tras los cristales de los comercios.
Morir por la patria es vivir y tan lindo como besarse en la Alameda. O saltar de un lado a otro y que la almendra se vaya por el césped y no seas multado pues quien sabe si el Che también arrancó un gladiolo y miraba despacio los pechos de su mujer, y nosotros, los del 62, queríamos el espejo y el furgón y ahora cae el agua en el inmenso ajedrez, pobres alfiles míos, notables perdedores frente al tiempo y la Plaza Roja.
Nada más triste que un padre sin argumento. Y en mi casa muchos evitan los noticieros y Berlín es un minúsculo sonido y fotos de un Papá Noel para envidias de una prohibida navidad ahora que es media noche en el país y en la televisión, nosotros, los del 62, cantamos al unísono a las armas valientes corred...

Reinaldo García Blanco -Cuba-
Publicado en el libro La estrella de Cuba

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