Escojo, repetirme
E innovar en tus belfos
Aposta de mil raíles paralelos
Acaso las láminas de acero corten el destino
Ubicado sobre el delgado filo de las musas
Utilizando mi voz de mensajero interno
Irisando dibujos de innatos delirios
Izado sobre un laberinto de sedientos
Ósculos siento al dejarte posada sobre mí
Ostentando el baluarte de haberme desleído.
Presta se muestra la alborada gélida
Pintando cada fisura de nuestros cuerpos
Puliendo serios acordes de solfas nocturnas
Pergeñando las estrellas del blues de fondo
Parirá el periplo, grandes e inmensas señales.
Tenazas sacarán la lumbre encendida en ascuas
Llevándola en el centro de mi pecho henchido
Fue dadivoso el tiempo que juega a crecer
Sobre el irresistible césped de nuestros juegos.
Antes de ser Ícaro en el último siglo lejano
Sentí como cuidabas cada pluma, cada eslabón
Y vuelas en mis sienes, recogiendo cada pétalo
Adulando cada verbo, sintiendo cada suspiro
Escojo redundándome, para que todo siga vivo.
Níscalos alucinógenos apoderándose del paso
Fantasmean danzas de imágenes alegres
Vitorean las palmas redoblando sus esfuerzos.
Seguiré saciando mi sed, mis ansias de ti
En el delgado filo de tu boca rendida, sápida
Vigorizando anodinos roces, cada mínima señal
Irrigando los sudores traídos por la intemperie.
Mientras llega la primavera, y amanecen las flores
Aquellas que bebes, a quedártelas en tu almohada
Brotando en ello la ocasión, de saborear tu despertar.
Santiago Pablo Romero
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