viernes, 30 de enero de 2015

RELOJES

Ha de pararse el reloj de las tristezas para que las golondrinas retomen su mítico vuelo en el silencio de las cosas.

No solo grises, no solo negros y rojos deberían acariciar las horas de los ojos atónitos. La voz oculta tendrá que salir de las mazmorras para romper en risas y futuros violetas.

Risas con olor a estiércol, miradas perdidas en horizontes vacíos, laberintos que se nublan porque el amor –el amor mayúsculo- se fue de vacaciones donde los impuestos de caricias cotizan al alza.

Relojes con péndulos inmóviles, con cucos que se esconden en el pánico, sin tic-tacs que acompasen los latidos de la vida esperanzada.

Han de pararse los relojes de las tristezas antiguas.

Han de pararse.

Han.

Luis Enrique Prieto
Publicado en la revista Arena y Cal 221

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