Estamos situados en el centro del huracán. Por el momento reina la calma, pero ahí hacia afuera la bestia no deja de golpear.
Primero que nada atrevámonos a ver las cosas desde su ángulo profundo, desde la cultura, eso que permanece y a la vez cambia; eso que nos une y a la vez nos separa; eso intangible, tan sólido como el acero a a la vez tan efímero como el humo. Somos entes culturales, pero también somos entidades biológicas.
La esencia de nuestras relaciones con las demás entidades biológicas debieran ser relaciones simbióticas, relaciones de mutua colaboración y beneficio. Los desmanes del poder y de los poderosos es que ellos creen que el resto les pertenece, se esmeran por establecer relaciones parasitarias.
La esencia de la responsabilidad de lo que acontece no es de personas determinadas, es el sistema el que ha creado estos monstruos, parásitos que amenazan la vida de quienes los nutren.
El relato puede centrarse en México, Ayotzinapa, 43 normalistas detenidos, hechos desaparecer; Colombia, dos fuerzas antagónicas se sientan a conversar de una paz posible, se detiene a un general en territorio controlado por una de las fuerzas, la otra parte, que no ha dejado de combatir, se retira de la mesa de conversación. En definitiva, todo parece indicar: vale más un general que los más de nueve mil quinientos presos políticos amontonados en las cárceles del sistema; Quebec, el gobierno habla de austeridad, lo que en buen romance significa apretar el cinturón a la gente que depende de su sueldo, los funcionarios, los políticos, los gerentes y otras lacras no deben preocuparse, para ellos el sueldo es seis veces más alto que el sueldo promedio de los trabajadores; EE UU, Ferguson, un policía blanco mata a un ciudadano negro, la justicia dicta que no habrá cargo contra el policía, la gente sale a protestar. Será el dictamen más caro de la “justicia” del imperio; Chile, los señores diputados se han aumentado su ya alto sueldo, para más el gobierno habla de reforma educacional
sin que a la fecha se cambie nada y así podemos asistir al drama de ver que se nos acaba el tiempo. Y así, podemos llenar un libro con los desmanes del poder, esto es lo que debe cambiar y cambiará si cambiamos de cultura.
En esto se nos va la vida, por lo mismo no podemos perder si actuamos cambiando la cultura la del despilfarro, la del no respeto pro la vida, la de la educación si futuro, la de estrujar a quienes producen la riqueza, la de dejar que los tontos tomen las decisiones menos inteligentes, la de mirar hacia otro lado mientras matan al hermano, la de creer que solos podemos triunfar.
Es hora de unir todas las luchas, de buscar la paz para el pleno desarrollo de la vida, de ver al otro como el que es, nuestro hermano, de entender que somos agentes de cambio, de valorizarnos como creadores, de vernos en el futuro que queremos.
Si en Colombia se quiere realmente asumir los costos y las potencialidades de la paz, los contendientes deben liberar a todos los presos políticos, se debe declarar una tregua bilateral y los responsables de las conversaciones deben asumir el compromiso de continuar su trabajo hasta lograr un acuerdo de paz con justicia social.
Si en México se quiere realmente hacer justicia, la verdad toda debe salir a flote, las autoridades deben poner sus cargos a disposición del pueblo soberano, las instituciones deben ser repensadas y sacar todos sus elementos corruptos, en suma una nueva revolución.
Si en Quebec, etc. etc. lo que se necesita son soluciones nuevas al margen de lo poderes que han creado estos desastres y para ellos debemos asumirnos nosotros como la crítica mortal y como los creadores de lo nuevo.
Con toda la fuerza que el momento necesita, un abrazo sin perdón ni olvido.
TITO ALVARADO
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