“Decidme –decía el profesor frente a sus alumnos- quién de vosotros no se ha preguntado o reflexionado alguna vez sobre el sentido de la vida. Si todavía no os ha pasado, llegará el día, no importa cuándo que esto suceda, y entonces no os quedará más remedio que tomar vuestra propia decisión. ¿Pero qué es eso del sentido de la vida? Buscaréis ese sentido en cuanto tengáis conciencia de la existencia y el anhelo de la felicidad. Pero para esto hay que huir de las prisas y de las emociones desbordadas, del fruto de la inmediatez y encaminar todos vuestros actos, como ya apuntara Aristóteles, a conseguir el bien, porque siendo el bien objeto de nuestras aspiraciones, alcanzaremos, sin duda, esa felicidad”.
El Profesor miró al Tribunal Educativo, que lo estaba examinando, en busca de alguna señal. El Presidente se adelantó:
-Mire usted, no pondríamos ninguna objeción a su magistral clase si no fuera porque sus alumnos son de preescolar.
ISIDORO IRROCA
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