Vino tu voz a susurrarme...
Y te instalaste ahí,
en mi cortex cerebral,
en mis huellas dactilares,
en mi necesidad de abrazar,
en mi complejidad cóncava.
Vino tu voz,
y con ella crecieron
los huecos de las ausencias,
la fertilidad de los versos,
la facilidad de las lágrimas...
la esclavitud de mi boca a tus besos.
Ahora cuando te veo llegar,
salto por la ventana
pensando toscamente
que, huyendo de ti,
escapo de las sensaciones...
Pero en realidad,
cuando salto al vacío,
vienes tú a rescatarme,
me tomas entre tus brazos
y susurras palabras de aliento que de nuevo me enamoran...
No hables, amor mío,
que soy adicta a tu voz
y puedo perderme en tu hechizo.
Acuarela (Mairena del Aljarafe,Sevilla)
Publicado en la revista Aldaba 26
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