Como a ninguna, le amaba
se lo decía al oído,
se lo decía a la gente
el perfecto enamorado.
Ella, era un ángel que vino
como regalo del cielo,
él era un ser bendecido
por amarle… sin estribos.
Quiso perpetuar el amor
y demostrarle a su amada,
lo eterno de ese sentir,
por la mujer… y la vida.
Una leyenda tatuó,
que de lejos se leía,
quería dejar plasmado
el grato amor, que sentía.
No midió el enamorado
el horror de ortografía,
que lo dejaría marcado
por el resto de sus días.
DARWIN I. FLORES VARELA
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