Resultados lógicos,
inconexas brechas en el muro
de los campos olvidados.
Los concilios se vuelven rameras,
ingratas sombras
de tétricas mañanas,
de prácticas noches,
de políticas perpetuas
y acantilados del alma.
Canta el navegante
a bordo de su vida,
a bordo de su excusa
para cursar
estudios de tristeza.
No menciones esa vida
en la casa de los muertos...
Julio G. del Río
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