¡Ha llegado el carnaval! Pero…¡Si el carnaval lo tenemos cada día! Disfrazamos nuestros sentimientos, nuestras alegrías, nuestras penas y también, ¿por qué no? Nuestros Yo.
La careta blanca que simboliza el carnaval, no se disfraza, siempre es ella y aunque la dejemos olvidada en un cajón de la cómoda, al sacarla algún día, seguirá blanca sin arruga, serena y tranquila perpetuando la verdad del carnaval. Él no engaña y sus disfraces son verdaderos, brujas, hadas, gnomos, diablos y otras tantas fantasías que se ven y se palpan. Pero en la vida, entre comilla, verdadera, hay brujas, diablos, hadas y también muchas fantasías que, los humanos ocultan y nadie las ven. Van disfrazados de personas normales, no así en el carnaval. Por eso gusta tanto a niños y a grandes, porque ese día es verdadero y podemos decir verdades, valga la redundancia, en las chirigotas, comparsa, etc, etc.
Podemos exteriorizar nuestro yo interior sin miedo, porque estamos en carnaval y es bueno hacerlo aunque sea por un día.
¡Viva el carnaval!
Rosa Ordóñez
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