jueves, 15 de enero de 2015

EL ACUERDO DE LOS DOS


Luchábamos a muerte los dos,
como dos gallos peleábamos,
era duro él, pero yo más,
pues él era el sentimiento,
cuya ánima lo doblegaría siempre,
cayendo desplomado si ella quería
pues era su ciervo.
yo era la frialdad del alma,
las nieves perpetuas
llena de mantras,
más tenía que dar la vida
si quería el conocimiento,
¿que nos hizo reflexionar?
los dos veíamos reflejado en el otro.
lo que necesitábamos para vivir,
el quería su corazón como poeta que era,
yo mi cerebro, con mi silencio,
no éramos amigos,
más hubo convenio.

Yo le daré a él vida,
sé muy bien como hacerlo,
soy experta en eso,
el me dará mi maestro,
que desde hace tiempo me dice,
“te espero niña”
tienes que verme en él,
doblega tu ego,
no tardes mucho,
te espero,

Con este acuerdo
firmados por nuestras
familias respectivas,
se unieron los sellos.
el se fue con lo que le correspondía,
tendría a su musa siempre,
yo me sentaré a los pies del sabio,
como manda el reglamento.

…Y el aire olía a tomillo,
a hierba fresca, a romero,
y rodeando fuertemente a la muerte
me fundí con ella por todos los tiempos,
había muerto la rosa,
seca quedó, sin un lamento,

…Y un arco iris grandioso
vi al entrar en el cielo,
mi esposo me dijo,
¿que traes? que no es mío,
le dije, te he traído el vino,
más, para que no lo pruebes nunca,
te he dejado abajo a un hijo,
y el se sintió aliviado,
por nuestro gran sacrificio.

…Y el aire olía a romero, a incienso,
a hierba fresca,
a bosques verdes,
a tomillo,
a yerbabuena…

FRAN TRO

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