El hombre levanta el ruiseñor herido. Lo cura. Lo protege de la tormenta. Le da de comer. Cuando el
ruiseñor está dispuesto para volver a volar, la garganta del hombre libera un trino.
Del libro Cuentos de pequeños horrores y pequeños deslumbramientos de hombre y animal de FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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