jueves, 1 de enero de 2015

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La inocencia de la infancia es maravillosa.
Esta niña de solo cuatro años, tenía cada ocurrencia…. Demandaba
que le contaran historias fantásticas, que le compraran libros de
tapas duras e ilustrados. Pero su pasión eran las golosinas.
Sus padres, ocultándolas, cuidaban su salud. Estando sentenciados
por el odontólogo, siempre cambiaban el lugar del escondite,
dado que la niña tenía una sensibilidad exquisita. Parecía que les leía el
pensamiento, y trepándose como podía, siempre las encontraba, motivando
caries y empacho.
Un día se despertó en la clínica, y mirando a sus padres les preguntó
que hacía allí. Ellos, acariciando su cabeza, le averiguaron que
buscaba arriba del botiquín del baño.
Entusiasmada contestó –“Quiero esos caramelos de colores que
guardan allí”. Sonriendo sus padres, le explicaron que no eran caramelos.
Ellos sabían muy bien, que allí escondían sus preservativos.

Del libro Avatares de la vida  de HILDA KUBIAK
Publicado en la revista Hojas de Palabras

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