Norte de mi sur.
Vuela una paloma de agua,
por un tragaluz.
El corazón de una manzana de cristal
latiendo fuera de mi pecho.
y golpeando la pared del tiempo
con la misma fuerza,
con la que golpean las pezuña salinas
de los caballos de arena contra el suelo.
Altas torres encabritadas,
atravesando el útero gestante de un mar
Que espera una montaña.
Norte de mi sur.
Primavera dormida en la cintura,
del invierno.
Dos corzos de nieve,
beben sangre de la punta de mis dedos.
cálido néctar que moja las hojas,
de las margaritas moribundas que duermen dentro del hielo.
Queriendo romper su prisión de cristal.
para ser paloma de fuego.
Que atraviese con sus alas
las mil pupilas azules,
que cuelgan de las cuencas vacías de los arboles.
como gotas de lluvia.
entre los dedos muertos de una estatua.
cuyas uñas levantadas por las espinas
de la rosa de los vientos,
ocultan bajo la piel;
las heridas producidas por un millón de lunas llenas.
Norte de mi sur.
Una mariposa de niebla
vuela en círculos
Dentro de un corazón.
Desde lo alto de una torre de mecanismos
y calendarios.
Una bandada de relojes de arena,
Lanzándose empicado
contra un páramo minutos quietos
rompen. la barrera del tiempo.
Buscando en el laberinto de su propia jaula.
el camino trazado,
por la flecha de una brújula borracha.
Que marcaba el sur, señalando mi norte.
Donde fue a morir el sol.
Fragmentado en un millón de soles.
Norte de mi sur.
El mar sobre mi cielo.
y peces sobre la montaña.
El cabalgar de los vientos azules,
dejando su huellas.
sobre una loma recién pintada.
Pastan sobre campo de verdes lunas,
un rebaño de campanas.
Norte de mi sur.
Vuela una paloma de agua,
por un tragaluz.
Debora Pol.
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