Es la voz de los que no hablan
ni pueden escribir sobre derechos,
que sin oídos escuchan con el alma
y que se hallan en un vientre al acecho
para aferrarse a la vida que les viene
sin tener sus brazos aun formados,
que esperan ver un futuro prominente
y sin embargo ni un solo paso han dado.
Son aquellos que sin ojos están mirando
hacia horizontes que tratan de truncarles,
sentimiento de verse iguales a sus hermanos
y no tener que revolcarse en lodazales
donde han de ser arrojados por los necios
como se bota un trozo de carne putrefacta,
¡ruego que Dios los castigue por tal desprecio!
por matar un ángel... por matar un alma.
Ramón Pablo Ayala (Argentina)
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