El Hombre Lobo siente que la luna llena se oculta tras el horizonte nocturno y que el sol empieza a destejer el manto de la oscuridad. Nota su cuerpo menos pesado y voluminoso; sus ásperas pelambres empiezan a desaparecer y zarpas y fauces se convierten en la cara y las manos de un contribuyente cualquiera. Son las ocho de la mañana cuando, limpio y relajado, con su bata de dentista perfectamente planchada, la bestia contempla su instrumental y se prepara para la carnicería sonriendo torcidamente.
Manuel Sánchez Cerpa (España, Andalucía, Cádiz)
Publicado en Cuadernos de las Gaviotas
No hay comentarios:
Publicar un comentario