Por favor,
cuando esté muerto,
sírveme
-en el cementerio-
una taza de té hirviendo
para que,
entre mis manos la apriete...
y pueda
entibiármelas...
¡Espera...!
Tengo una idea mejor:
échate sobre mi tumba,
-como para hacerme el amor-
y deja que mis manos gélidas
le sirvan de portasenos,
a tus pechos calientes,
y morenos...
(Y pueda entibiármelas...)
Carlos Santiago Spadoni -San Salvador de Jujuy-
Publicado en la revista Hoja de palabras
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Hace 13 horas
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