Triste y compungida
me adentré en el bosque.
Dejé atrás ese castillo gris
en donde me tenías cautiva.
Rasgué mis vestiduras
aquellas blancas y candorosas
que me hiciste vestir
para obligarme a ser tuya.
Con mis cabellos despeinados
mis ojos corridos del llanto
me alejé a prisa
por esos parajes desconocidos.
Huí de ti, de tu amor compulsivo
del monstruo en que te has convertido.
Temiendo que como un sabueso enfurecido
fueras a cazarme como a una presa.
Caminé, caminé
sin mirar atrás
los brazos de los árboles desnudos
rasguñaron mi piel aterida.
Los búhos a mi paso
aturdían mis sentidos
y cuanto de noche más se hacía
los aullidos de los lobos
producían un eco de terror
en la lejanía.
Solo se que desvariada
caminé entre zarzas
arbustos muertos y espinas
que se clavaban en mis pies desnudos.
Con mi respiración agitada
y mis piernas ya cansadas
todo empezó a girar
como un caleidoscopio
rodando y rodando sobre mi misma.
Se oscureció todo
y caí en la profundidad
de un ensueño.
Quizás el sueño eterno
para no despertar jamás.
Diana Chedel -Argentina-
DE FACEBOOK - 6746 - INTENCIONES PARA 2026
Hace 12 horas
No hay comentarios:
Publicar un comentario