domingo, 22 de septiembre de 2013

HEROICO

Blande tu espada y sé mi caballero
en esta lucha de cien guerras perdidas,
camarada.
Alza tu escudo y protege a esta cobarde
que prefiere retirarse a la contienda,
prefiere desertar a levantarse
contra otro camarada.
Dame tu mano y sé mi lazarillo
en la bifurcación del laberinto,
compañero.
Aléjame
de los espejos deformados /o espejismos,
de los engañosos arbustos con espinas.
Véndame los ojos y escoge el corredor
que lleve indiscutible a la salida.
Dame tu nombre y un espacio reducido
de tu anguloso corazón donde instalarme,
amado mío.
No me dejes aquí afuera /está lloviendo/
con la espalda contra el muro y una silla
en la mano mojada,
amado mío.
Se la espada y el escudo,
sé vencedor de guerras
y la salida triunfal del laberinto.

Carmiña Candido Daverio
Publicado en la revistas deliteraturayalgomas

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