Somnolienta me acomodo
infinito cansancio
que no puedo ceder a otro.
Apago las luces con mis dedos
alardeando de no quemarme
Cierro el campo sin las puertas
doy dos vueltas de llave al cielo
de aborregadas nubes.
Corro sin pies
sobre el verde pasto del Valle de Pas
húmedo de mi.
Tras las pestañas de mi ojo izquierdo
aparentemente dormido
veo la navaja de Buñuel y Dalí
acercándose a mi ojo derecho
no hablo, apenas respiro
esperando la dolorosa experiencia.
Chorrea el sueño sangre mental-
Amanece.
Mabel Escribano Usero
Publicado en el blog poemasentremujeres
lunes, 2 de septiembre de 2013
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