tentando el hondo quicio de la noche.
Un anónimo jadeo,
un auto veloz,
una pausa restallando en la brasa de un cigarrillo.
Quise decir una estrofa
cuando me espantó una luz
temblona en mis amígdalas,
agostada en mis labios.
Muerto debí despertar
cuando escarchado era tu hueco.
MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-
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