a hablar con los fantasmas.
Todos llegan a tiempo con el viento
agitando sus nombres
en una multitud desesperada.
¡Ah!
Juana la lavandera
solo anda en noches claras.
Siempre me llega en lunas,
lunas,
lunas,
chapoteando el agua.
Ved que me lavan los ojos,
que me enjuagan la palabra
veintiún manos azucenas,
con agua de nueve charcas.
Ángel, ¿quién enjabonó
trece veces tus dos alas?
¿Entiendes, Dios, la blancura
de tu espléndida garnacha?
¡Guardián del noveno cielo,
llueve una lluvia de nácar,
porque Juana ensangrentó
una punta de su sábana!
Del libro “Más acá de los muertos” de ANTONIO PRECIADO BEDOYA -Ecuador-
Publicado en la revistas Gaceta Virtual 76
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