Se atavió efímera de libidinosos instantes
como desnudando las lujurias impúdicas.
Se desnudó de los prejuicios adormecidos
como engullendo placeres advenedizos.
Se contempló en el reflejo de su espejo
como aletargando el beso de la senectud.
Se avizoró en la tribulación de su mirada
como implorando la cautelosa muerte.
Se vistió de noche en sus desesperanzas
como hastiada de saldar las viles deudas
de una vida entristecida de repugnancias
se vistió de sexo… para vender su alma.
Diego López (Argentina)
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Hace 18 horas
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