vacío,
cual cementerio olvidado.
Las desteñidas paredes
a duras penas respiran
con los viejos pulmones oxidados.
La luz solo refleja
sombras débiles
y tristezas añejas.
Es imposible evitarlo.
Para apagarla
se necesitan manos
y las mías han marchado.
Mis manos se han escapado,
presurosas y atrevidas,
tras las formas,
que alguna vez
amasaron.
ROLANDO BLANCO PASCUAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario