Los ojos no me sirven, prefiero sortear las máscaras que petrifica el espejo. Prefiero oler los silencios y las agonías que se extienden sobre el humo. La estela de alcohol encabeza el naufragio y brama en mi garganta. El despertar fue un cilicio que me auguró la recuperación del reino, pero esta noche el vórtice fue a conquistar otras letanías. Entre la sal, sobre un surco de vidrios, arrastrando el fardo de mí mismo. La arena del mundo.
Del libro AL SUR DE LA NOCHE de
Marcelo Villa Navarrete -Ecuador-
Publicado en el Suplemento de Realidades y Ficciones 57
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