martes, 23 de julio de 2013

EL ATISBO

Desde tu hombro hacia tu frente clara
se desliza mi anhelo, como una llama insomne
en un tiempo sin tiempo,
tan perenne en el tiempo.
No quiero diluir de los cerros cercanos
el azul de tu noche allá en la lejanía
que en mi azul permanece a través de tu verbo,
ni moverme un poquito de tu cerviz altiva.
No quiero entorpecer este instante sagrado,
este punto en el día del secreto
que produce algazara y produce agonía
y clama y se fusiona con tu alma y la mía
como un ángel que juega
con campanas de flores
cantando en la mañana su himno a la alegría
sin que nadie lo escuche, sólo la luz del día.
Sin notar tu sonrisa, cuando llego a tu frente
el anhelo se posa en la pupila oscura
y no quiere que abras nuevamente los ojos
para permanecer sin tiempo
saboreando tu altura.
Cuentan que los amantes se lanzaron al río
desde un poema inmenso que
los unió en delirio
y las aguas festejan cada noche sus nupcias
inspirando al coyuyo que habita en tu retiro.
Desde el atisbo insomne que no cesa ni exige,
vaga la humedad persistente
de mi beso viajero
hacia tu piel mojada con la ancestral leyenda,
para alegrar tu día sin molestar tu sueño.
No despiertes. Conserva tu silencio
para habitarme siempre con tu río y tu verso

Alberto Peyrano -Argentina-
Publicado en la revista Estrellas Poéticas 53

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