Invítame a tu lecho este septiembre,
que en penumbras de tardes otoñales
se acurruque la luz en nuestros cuerpos,
como en bellas vidrieras ojivales,
bien sabes que el amor no necesita
la llama de las luces terrenales,
se basta y se consume con sus fuego
que hace que envidie Dios a los mortales.
Espero tu llamada este septiembre,
yo llevaré el sabor de todos los frutales.
Milagros Salvador. España
Publicado en la revista Oriflama 22
Reseña recibida sobre El horror del fin del mundo
Hace 8 horas
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