jueves, 3 de enero de 2013

NASUSA


En abril no hay batalla que conmemore nada
entre nosotros. Desde Roma hasta el golpe
de tu piel, en abril hay mis ojos acaso en el incierto rumiar de nuevos días.
El agua y el bocado donde flota mi sombra.
El azar es salvaje, sólo vive una vez,
no tiene historia, por eso es que podemos vencerlo cuando llega.
Escribo este poema adentro de tu pelo,
debajo de tus cielos,
se lo dicto al oído de este día sin fecha
para espantar los ruidos que me nombran
desde una luz muy tenue.
A este abril han llegado mordiendo los alambres
los pájaros brutales de nuestra sequedad,
respiran de tu aire y de mi aire
su libertad, su asombro.
Y digo un poco más sobre el fugaz silencio
necesario, que ha dispuesto volar
enredado en tus dedos,
sin manos que se endeuden de crueldades.
Ahora no hay nada más que vos y yo y aquí
y el hilo de la historia sacudiendo las puertas
de mi cuerpo.
Esa casa vacía donde quedaron piedras
que arrojaron en ella otras mareas
haciendo resonancia en sus paredes.
Con tus ruidos defiendo la frente de las rocas
la porfiada pasión que no entrega sus armas.
La bandera de paz cayó a nuestros tobillos.
La humedad es tan brillante,
el misterio comienza por tu nuca.
Temblorosos y dignos
encontramos diciéndonos más cosas.
Dándole a las campanas de las viejas palabras,
las rebeldes, para que abran sus piernas.
Al fondo del dolor la dicha hará una mueca
nos abrirá los brazos.
El tiempo que nos quede sufrirá escalofríos.


José Antonio Cedrón  -Argentina-México-
Publicado en el revista Con voz propia 52




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