domingo, 13 de enero de 2013

MUERTE


¿Cuántas muertes serán necesarias para que comprenda el  hombre
Que ya ha habido demasiados muertos?
BOB DYLAN

Yo, podría decirte muchas cosas.
Muchas cosas, dulce, pequeña  inmensa, tan temida.
Tan anhelada, tan odiada.
Los ángeles han caído en tus espejos de agua.
Torpes criaturas sin pupilas.
Yo podría decirte que se que me buscabas y me buscas.
Sé, de tu espera ansiosa en aquella tarde de verano sediento.
Hubo un tiempo en que acechabas como reptil hambriento.
En la concavidad del tajo consagrado  me escondía.
Vos traías la cabellera larga de los tiempos.
Las uñas chamuscadas con la congoja del ardiente enero.

Yo venía de un vértice encendido, de un planisferio oscuro.
Y fui hembra, resucitada y bautizada por el polvo.
Vos, en cambio, no sabes la geografía exacta de tu nombre.
Tu nombre es de mujer, como la justicia, la vida, la utopía.
Como la bandera, la patria, la palabra.
La libertad, la negación del no, la rosa.
Que cruel designio te persigue, compañera.
Quien mutila tus pechos. Quien te castra. ¿No te cansas?

Te he visto trepar por los balcones y los nidos vacíos.

Te he observado, absorta, en la mirada de los gatos negros.
Testigo he sido de la transmutación de tus manos.
He contemplado tus rituales de danza en los patíbulos.
He  percibido los poetas sentarse en tu huesudo pubis.
He escuchado el llanto de las madres y los hijos.
Te oí mil veces pasar por la puerta de mi casa.
He visto a Belcebú y a vos y a un niño con pupilas sangrantes.
Y te has equivocado una y otra vez .Setenta veces siete.

Y me preguntas, incisivamente, al borde del abismo.
Porqué el poeta, ante tanto tormento.
Ante los albores terribles de las guerras.
Ante la fetidez de un sol alquitranado.
Porqué el poeta se baña en la clepsidra  el deseo.
Porqué se empapa en la penumbra del amor.

Yo podría decirte muchas cosas…
Y digo, se, que parece fútil, banal, invertebrado.
Los poetas cantan al amor y a la luna.
Y llenan oquedades y agujeros de bala.
Y yo, entre ellos…
Saco la flecha del cervatillo y la clavo en mi pecho.
Hondo, muy hondo, hasta los confines del barro.
Y me despojo y me bebo y me amordazo en besos.
Y celebro. Celebro ser mortal, jubilosamente…
Vos, en cambio, amada, pequeña inmensa, tan temida.
Llevas la carga tan pesada de los dioses. Por siglos de los siglos.
Ser inmortal, una y otra vez, inmortal.
Inmortal. Una y otra vez.

Amelia Arellano
Publicado en el blog inventivasocial

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