jueves, 24 de enero de 2013

MAESTRA DE QUINTO.


Mina primera que abrojó mi anhelo,
¿tras cuántos grises quedaron encendidos
tus ojos, faroleando en mi desvelo
de mapas y deberes corregidos?

  Te arrimo el randevú de mi parola,
un sencillo tanguito, cachusiento,
a vos, que me enchufaste en la zabiola
estos truchos palotes de mis versos.

  Porque segunda madre y primer sueño,
dulce maestra de mi quinto grado,
siento aromas de tiza y pizarrón.

  Y en este examen por sentirme dueño
de regresar a pibe, retardado,
hoy te bato mi caliente metejón.

EDUARDO PÉRSICO
Publicado en el blog eduardopersico

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