Ponga la susodicha una máquina de supermercado de expender billetes de turno junto a su mesilla de noche y vaya ubicando en la agenda a propios y extraños. Fabule un relato coherente que deberá repetir hasta la extenuación sobre las incidencias del parto, la procedencia del nombre elegido, el lugar en que celebrará sus futuros bautizo y comunión. Guarde todos los papeles que desde entonces le pidan, recuerde nombres de conocidos y parientes cuanto más peregrinos mejor, atienda en la habitación del hospital a loteros y vecinos que pasaban por allí aprovechando un dos por uno. Recuerde cuestiones peregrinas que nadie, en realidad, desea saber y que no preguntarán a su otra costilla. Maquille las ojeras, adelgace cuanto antes para que no la confundan de nuevo con una morsa y vuélvase en un periquete femenina. No olvide a su pobre hijo anterior, mientras tanto, en el colegio. También él tiene sus necesidades…
Repita finalmente y sin descanso esta máxima tibetana: ser madre es una experiencia maravillosa, la única razón de su vida personal desde entonces y ponga, por supuesto, buena cara en las fotos…es lo que le queda a partir de ahora desde que el mundo es mundo.
ANABEL CARIDE
Publicado en el blog anabel-nanasparahombresgrises
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