Ya sé que no habrá risas,
ni ternura, ni azul, ni confidencias,
ni claves enhebradas
que sólo el otro sepa traducir.
No hilaremos con manos conniventes
la sutil telaraña de la complicidad.
Todo serán umbrales subjuntivos.
Como si casi. Como por si acaso.
El bies de un todavía.
Talvez hables de mí en algún texto
con velado desdén, mal disfrazado enojo,
culpándome por nunca comprender
lo que hay de lenitivo en la crudeza
con que dices los cauces del dolor,
y ser tan distraída de las cosas
que no me escudo más que en los abrazos,
de tal manera inepta
para reconocer al enemigo.
Y de mí no sabrás que hay otras guerras
sin fusiles, ni muertos, ni batallas,
en que me empeño inerme y a destajo,
porque igual hay trincheras
en el prosaico mundo de los vivos.
Y es que a veces se lucha
no más que por el sol de cada día,
y en pugnas entre el pie y los trayectos
se va resquebrajando la bravura
si son muchos los soles
y se los ha vivido casi todos.
Ya sé que no habrá llanto
de misturadas lágrimas y miel,
ni la mano tendida, ni el hombro al que arrimarse,
o el pecho como un muelle en donde anclar.
No habrá pan ni rescate.
No habrá más que un umbral, por si las ganas,
mientras las ganas duren
la eternidad que tengan que durar.
TANIA ALEGRÍA -Brasil-
Publicado en el blog navegandoespejos
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