lunes, 7 de enero de 2013

EL PRIMER MOMENTO SIEMPRE SE REPITE


El primer momento siempre se repite
inexperto, inconexo, nos deja tensos,
involucionados, deseosos de experiencias
que el tiempo nos niega, siempre apresurados.

Un primer momento para la infancia
el nacer en vida que hollan las manos
bocabajo , haciendo el pino
mientras aprendemos andamos,
todo tan nuevo y desbarrado.

Cuando se nos muere la infancia
una juventud provee de alas,
como crisálidas prometidas
al espacio de la incierta ventura.

Ponemos alas a multicolores anhelos
para convertir la reconocida libertad
en campo de vitales y expectantes sueños.

Luego se nos muere otro algo
con el pasar de los insurrectos años
y brota maduro el fruto extraño
del primer momento en que no reconocemos
el paso fugaz del tiempo,
y nos preguntamos...
¿quién es ése del espejo?

Mariposas somos entonces conscientes
de que nacimos del básico gusano,
nos llama la prisa para consumir ambrosías,
libar edenes y retozar en ingrávida primavera.
Todo se acelera y nos marchitamos
deseosos de cómplice tiempo
que la evidencia nos niega,
siempre apresurados.

Se nos altera el alma
y nos resucita el cuerpo,
conscientes crisálidas,
de haber un final de vuelo.

El primer momento siempre se repite
nos pilla en pañales
más allá de los cincuenta.

De toda la aprendida experiencia
sólo nos restan ensoñaciones,
aceleramos el ritmo de los días
que pasan con mismas cadencias,
como si nos fuese la vida
en frenar su cruel inercia...
siempre apresurados.

Recordamos la infancia mirando niños
y los jóvenes se nos convierten
en extraños designios,
por la ley de vida que envejece
soportando tristezas blandas
en compartidas y duras sonrisas,
de inviernos cálidos, veranos frescos,
creando climas sin ritmo conocido,
postreros y rebelados nos ajamos.

Universos finitos con deseos de niños
buscan un adulto extraviado en el tiempo.

Placeres crecidos se multiplican
virando rumbo hacia la deriva,
mas el barco sigue navegando
con la sapiencia de un faro
que deslumbra la experiencia
hasta que nos cegamos...
el día del destino habrá de llegar.
en el deseo ralentizados.

El primer momento siempre se repite
nos pilla en pañales más allá de la vida,
y acaso aprendemos del infinito
cuando el alma nos vuela grácil,
como mariposa desde la tumba.

El primer momento siempre se repite...
¡Dios sabe cuándo!

Del libro Cuerpos rotos, almas muertas de IGNACIO FERNÁNDEZ CANDELA -Madrid-
Publicado en el blog ignaciofernandezcandela

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