domingo, 20 de enero de 2013

EL AVIADOR


La historia que refiero transcurrió en las afueras de Buenos Aires, cerca de un aeródromo.
Por esos días, se hablaba de personas que habían aparecido muertas con heridas punzantes en sus cuellos.
Una noche, me encontraba orinando en el baño de una estación de servicio, cuando ingresó un hombre de sobretodo negro y se colocó al lado de mí. Luego, yo me fui a lavar las manos dándole la espalda a los mingitorios, y al echar un vistazo al espejo, noté que sólo me reflejaba yo. Durante un instante,
pensé que tal vez yo estaba tapando al hombre en cuestión o éste había salido ráudamente sin que yo lo
advirtiera. Pero, de inmediato, un chorrito de orina rojiza se estrelló contra uno de los mingitorios blancos. Podía oír y ver el líquido pero no al hombre que lo excretaba.
Atiné a sacar mi teléfono celular y filmar a través del espejo. En eso, el chorrito de orina se detuvo y escuché una voz que en un inglés con marcado acento norteamericano me decía: “Dame tu teléfono”. Al darme vuelta, vi al hombre del sobretodo, cuya altura superaba en varios centímetros a la mía. No opuse resistencia. Le entregué el teléfono y él me lo devolvió, no sin antes borrar la grabación.
Cuando por fin se marchó, yo recordé al “aviador nocturno”, vampiro que va en busca de sus presas a bordo de un avión cessna y tampoco se refleja en los espejos.

Basado en el cuento El aviador Nocturno de Stephen King
Luciano Doti  -Argentina-
Publicado en la revista digital Minatura 123

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