Los vestidos y las máscaras son similares, con sutiles diferencias, al igual que sus temperamentos.
En la oscuridad rojiza de la habitación Anastasia trata de convencer a su compañera para que la asista en su proyecto. La más pequeña trata de rehuir, pero le es imposible. Anastasia no es de las que claudican a sus caprichos.
En su delicado rostro de porcelana no se advierte el demoníaco plan. Ambas darán muerte esa noche al resto de las muñecas.
Del libro Cuentos iberoamericanos de
LILIANA SAVOIA (Argentina)
Publicado en Los Cuadernos de las Gaviotas
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