miércoles, 23 de enero de 2013

BLANCO Y NEGRO


Son las ocho de la mañana, empieza a llover, es un martirio sentir el agua pero no poder verla.

Los ancianos grises intentan cruzar la calle, pero el paso de cebra no se distingue bien en la calzada negra. Los niños, ausentes, caminan hasta la escuela con esa tristeza blanca que siempre los acompaña.

Los cementerios están llenos de clowns, poetas, actrices, malabaristas, magos, escritores y otros artistas suicidas.

Todos empiezan a arrepentirse de haber vendido el arco iris.

FRANKLIN QUEZADA
Publicado en la revista Sea breve, por favor

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