domingo, 23 de diciembre de 2012
XXVI
La mujer que amo
no es siempre la mujer que amo.
A veces,
se parece tanto a la mujer que amo,
que vuelvo a amarla
como si no la conociera.
Cuando estoy perdido
irrumpe en mis sueños
y me encuentra:
creo que dice mi nombre
para que yo crea que soy yo
pero yo soy otro que la ama.
A veces,
suelo equivocarme
y la llamo por su nombre,
pero ella sigue de largo.
Como la casualidad rige sus pasos,
yo sé que viene hacia mí.
Cierra los ojos
hasta que encuentro en sus caricias
las líneas de sus manos
que descifran a tientas mi futuro.
De El libro de Judith de Alberto Szpunberg -Argentino–
Publicado en la revista Estación Quilmes
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