domingo, 16 de diciembre de 2012

TESTAMENTO


Llegasteis a mí diminutos y frágiles
para henchir mis abrazos
de júbilo, ansiedades, alegrías...
Os guié por el viaje como supe,
aprendiendo el camino con vosotros
solventando los miedos
(los vuestros y los míos)
con tino o desatino, zozobras y trabajos.
No fue en balde.
A cambio recibí
una vida de amor
y de gozo feliz y regocijo,
de alborozo.
Emprenderé mi viaje:
mi viaje en soledad.
No os preocupéis, no me iré triste.
Casi no tendré tiempo de pensar
intentando llenar esa mochila,
donde nunca cabrá toda la dicha
que me obsequiasteis. ¡Tanta!
Tanta que incluso
se llenaron mis manos,
mi alma toda.
No os dejaré solos,
volveré a reembolsaros
un poco del amor
que recibí. Lo hallaréis
oculto en los rincones
de vuestro caminar:
al volver del trabajo,
una noche en la almohada,
en el cuarto de baño;
al hacer la comida,
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en los ensayos de teatro;
en la brisa de la mañana,
al abrir la ventana,
en la carita
de vuestros hijos
(si un día los tenéis);
en el sol que se cuela por la puerta...
Cuando concluya vuestro caminar
y emprendáis este viaje,
yo, igual que la primera vez,
os estaré esperando
al pie del autobús.

Olga Aráuzo. España
Publicado en la revista Oriflama 18

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