Por ella, la niña violentada, el vestidito negro,
el corazón, latido de temprana esperanza.
Por ella la nacida bajo aciago signo,
la sin ángel custodio, la burlada de amor,
la abandonada bajo la cara en sombras de la luna.
Por la muchacha de falda desgarrada,
abultado el prematuro vientre, temprano de desesperanza.
Por ella y por las asesinadas en ancestrales ritos,
condenadas a los dardos en las lapidaciones,
al filo de la navaja, la sangre íntimamente derramada.
Por las crucificada en maderos de injusticia,
mendicantes en esquinas de opulencia
Por quienes esconden ojeras teñidas de violeta
y pétalos morados en golpeadas mejillas,
como ríos de lava las lágrimas hollando el surco de la herida.
Por las compradas a precio vil en burdeles de hipocresía.
Por la inocencia inmolada a la prepotencia de los vencedores.
Por las malhadadas que engendran frutos de la fuerza
y olvidadas de sí los besan y amamantan.
Por las rehenes en albergues sin luz
con ventanas tapiadas y puertas con sus llaves perdidas.
Por las muertas sin nombre sin coronas de martirio sin cruz.
Yo no quiero llorarlas con lágrimas inútiles
intento darles voz a sus silencios, que no baste el monótono rezo
que caiga de los ojos el velo, que el drama atormente la memoria.
Sea nuestra palabra viento en el monte, grito en la selva,
eco que golpeé la montaña, agua en los salitrales,
llama que derrita la frialdad de corazones como témpanos,
que ruja en el vaivén de las olas y sobre la playa duela,
que repique hecha terca llovizna en las techumbres,
que desarme la mano que se alza, que borre del lenguaje el insulto.
No calle la boca ante el neón que vuelve perversión la desnudez
Ni ante la mesa de rico mantel si la blancura oculta otras esclavitudes.
Que no se pierda el llanto, que nuestro oído atienda
que en la página la ignorancia se borre y el conocimiento detenga la infamia.
Como gota que orada la piedra persistente el reclamo
Piedad para sus llagas, medicina para sus heridas
azúcar para la hiel de sus labios.
Por ellas y por la niña de Chihuahua hecha símbolo
en procesión las vivas y las muertas,
triste el fraterno gesto, cubiertas las cabezas con velo de duelo,
unas con encendidos cirios, otras en sus urnas de cenizas.
Firme el paso, elocuente el silencio.
Tomadas de las manos por las calles del mundo.
Ved, delante de nosotras anda la Guadalupe, toda vestidita de negro.
Último poema de "Serás Mujer", el nuevo libro de la poeta argentina
Yolí Fidanza
Publicado en el blog cristinaberbari-fijavertigos
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