Tal vez deba guardarte un pedacito
de mi alma corrupta,
un cálido resquicio en que te escondas
cuando descubras,
después de mil fracasos
lo que yo siempre supe:
que nadie va a pisar tu asfalto más que aquella
que te aguarda paciente
desde que le dijiste
tan torpe,
tan cegato
que no había intersección posible
entre nuestros conjuntos.
ANABEL CARIDE
Publicado en el blog anabel-nanasparahombresgrises
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