Un chorro de agua en el rincón cercano
se rompe en el tazón de mi memoria.
Ginés García
Acá no hay fuentes de agua para adornar y menos para beber…
Acá se toma cuando se puede. Acá se toma como se puede.
Nos niegan el agua –¡el agua!– y nos mantienen con caña.
Y nada más hay una sola canilla, muerta de sed,
una sola canilla que no hace la lluvia ¿ven?
Pero gracias al cielo la lluvia no nos olvida, no quiere,
aunque también es cierto que ayudamos bastante:
cuando los tachos secos como los pechos de las miserables rechinan
y hay algo en los párpados turquesa que tientan el cielo
y hay algo en el canto del gallo desafiante
y hay algo en el canto de los pájaros para que amanezca
¡gracias a nosotros el cielo no nos olvida!
Del libro CASA DE AUSENCIAS de Karina Madariaga -Argentina-
Publicado en Suplemento de Realidades y Ficciones 52
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